PRACTICAR LA PEDAGOGÍA DE LA TERNURA FORMARÁ HOMBRES DIFERENTES PARA LA VIDA
lic. monica nilda mejia salgado
"Enseñar significa comprometerse a mejorar la vida de los demás, es ante
todo una cuestión de amor". ANÓNIMO
En la actualidad estamos viviendo en una sociedad que sufre un gran flagelo social, la violencia, que se incrementa día a día silenciosamente en los hogares, en las instituciones educativas, en el trabajo, en el barrio, en la familia, etc.
Urge transformar esta situación a través de la pedagogía de la ternura para tener niños y adolescentes que después serán personas capaces de amar, perdonar, tolerar, respetar al otro, aceptarlo como es, entenderlo, ponerse en el lugar de él y ser solidario, sin estar cultivando resentimientos, ni sentimientos negativos.
En el hogar y en las instituciones educativas debemos enfatizar lo que nos une y eliminar lo que nos separa. La pedagogía de la ternura no necesita palabras, tan solo gestos, miradas cálidas, sonrisas espontáneas, un abrazo o un apretón de manos y de esta manera lograr en nuestros estudiantes una autoestima adecuada.
En la pedagogía de la ternura se debe utilizar el amor, la disciplina y el perdón, enseñándoles sobre todo con el ejemplo, es decir lo que digo lo demuestro con mis actos. Por eso es vital cuidar la relación pedagógica con los estudiantes manteniendo vivo el diálogo, la comunicación y el respeto; así como la tolerancia frente a sus errores.
Recuerda que el amor suma y multiplica, lo contrario del resentimiento y odio que resta y divide. En el amor no hay límites, ni en el dar, ni en el recibir, por eso manos a la obra empecemos a remar contra la corriente que nuestros estudiantes necesitan una palabra de aliento, una sonrisa, una mirada cálida que no cuesta mucho y cuan importante y necesario es para ellos.
¿Maestros somos capaces de impartir Ternura?
¿Cuán necesario e importante es dar y recibir ternura a nuestros educandos?
CONCLUSIONES:
· Con ternura, paciencia, disciplina y amor vamos a tener estudiantes con adecuada autoestima.
· Vivir la ternura no significa ser débil y manejable, sino generoso, acogedor y empático.